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Riqueza indeseable: los recursos naturales de Mozambique

Los últimos años han revelado que Mozambique es poseedor de ingentes cantidades de recursos naturales. Una riqueza que en la mayoría de los casos está resultando indeseable para la mayor parte de los mozambiqueños. Así lo hemos podido comprobar desde Dignidad Asociación en las décadas que llevamos viajando a aldeas lejanas donde llevamos a cabo nuestros programas de cooperación. Pocas cosas han cambiado en esas zonas rurales pese a datos como que, por ejemplo, en la desembocadura del río Rovuma al norte de Mozambique. Es aquí donde se encuentran alguno de los mejores yacimientos de gas natural del mundo.

Un país de recursos naturales

Este es solo un una muestra de esa riqueza natural de la que hablamos, pero hay más. En el distrito de Moma, provincia de Nampula, la empresa transnacional Kenmare Resources inició en 2007 la extracción y tratamiento de arenas pesadas en unas reservas que se calculan son de 163 millones de toneladas. Las arenas pesadas son una clase de depósitos minerales fuente importante de circonio, titanio, torio, tungsteno e incluso metales y piedras preciosas. Algo que colocaría al país africano como una potencia mundial en la producción de titanio entre otros metales. Sin embargo, eso se traduce en que la mayoría de estas extracciones son a cielo abierto con lo que lleva consigo un gran impacto ambiental.

Hace diez años se descubrieron rubíes en Montepuez, provincia de Cabo Delgado, lo que hace que Mozambique suministre alrededor del 80% de la producción mundial de estas gemas. Un descubrimiento de rubíes que atrajo a la región no solo las grandes compañías mineras internacionales. Pero no solo a ellas, también a cientos de mineros irregulares en pésimas condiciones de trabajo, salud y alimentación.

El FMI estima que en los próximos años, la mitad de los ingresos del país serán generados por el gas natural. Considerando que el capital para la extracción del gas es extranjero (sudafricano, estadounidense e italiano), así como el del carbón (brasileño e indio), el forestal y el de la agricultura intensiva (chino, brasileño, sudafricano), etc. se puede ver la intensidad con la que la ofensiva neocolonial avanza, sin importar las consecuencias para el país en materia de paz y justicia para su pueblo.

Depredación de recursos a costa de la población y la naturaleza

Las informaciones del crecimiento económico de Mozambique, antes de la pandemia del COVID 19, hablaban de un crecimiento sostenido superior al 4%. La realidad es que, a pesar de que las riquezas naturales sostienen estos elevados índices de crecimiento, las cifras macro contradicen de manera sangrante la realidad de un país que está entre los diez con el Índice de Desarrollo Humano más bajo del mundo.

Cuando la guerra civil en Mozambique concluyó en el 1992 pudimos comprobar como trajo consigo un saldo terrible de muerte y destrucción. Para combatir la pobreza extrema, la ayuda internacional se centró en una serie de líneas maestras que pasaban por el desarrollo agrícola, la promoción de las comunidades rurales, pequeños proyectos agropecuarios (más del 70% de la población de Mozambique es rural) y la educación. Estas líneas ocupaban un papel prioritario en los programas de cooperación al desarrollo. Sin embargo, el descubrimiento de inmensas reservas de recursos extractivos ha desviado la atención internacional de esas políticas sostenibles de ayuda hacia una depredación de los recursos sin importar el coste humano y ambiental.

Son por tanto los megaproyectos extractivos los que inflan las cifras macroeconómicas, pero esto no se traducen en un trasvase de riqueza para los más desfavorecidos. En resumen, nos encontramos riqueza y pobreza extrema conviviendo; la primera alimentada por la segunda.

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