
África, protagonista de la peor crisis educativa por la Covid-19
Hace más de un año en todo el mundo se vio la misma imagen: escuelas cerradas por la pandemia. Sin embargo, en África esta imagen tiene una simbología detrás: cerrar el acceso a la escuela es cerrar el acceso a la alimentación y a la higiene de los niños.
Un impacto de este cierre que a corto plazo se traduce en una afectación de la salud física y mental, la explotación laboral, los embarazos no deseados, los matrimonios forzosos o la desnutrición ya que son muchos los niños que solo comen una vez al día: la comida que reciben en la escuela.
La pandemia en África traía la peor crisis educativa en mucho tiempo. Más de 32 millones de niños y niñas africanos se encontraban fuera de la Educación Primaria en el año 2019, cifra que ha aumentado con la Covid-19 por la falta de acceso a la educación digital y por el absentismo escolar.
En 2019, solo hubo un 21% de escolarización en el África Subsahariana y un 41% en el norte de África. Más datos, dos terceras partes de los países africanos con menos renta recortaron su presupuesto en Educación durante 2020 lo que hizo que aumentase la falta de docentes en las escuelas, así como la brecha digital existente. Y esto último se nota sobre todo en el caso de las niñas: “antes de la Covid-19 nueve millones de niñas no podían acceder a la Educación frente a tres millones de varones”. En África central una de cada cinco niñas nunca llegará a entrar en un aula, según datos de Unicef.
Por eso es esencial que las niñas sean el foco de los programas de cooperación para cambiar su realidad y empoderarlas para un futuro mejor. Hay que invertir en las niñas, favorecer los espacios para que puedan ser libres y crear sus propios caminos.