Los pobres y la opresión en su interior
“El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres duales, inauténticos, que alojan al opresor en sí, participar de la elaboración, de la pedagogía para su liberación. Sólo en la medida en que se descubran alojando al opresor podrán contribuir a la construcción de su pedagogía liberadora.”
Esta cita de Paulo Coelho nos sirve para conocer la historia de Lidia Raimundo que ejemplifica la historia de miles de mujeres de países africanos en relación a la salud reproductiva de estas. Algo que, lamentablemente, es totalmente desconocido en los países del norte y que no es otra cosa que la fístula obstétrica.
Lidia Raimundo
Lidia Raimundo era un joven makua de la comunidad de Mihecane, una aldea de la provincia de Nampula, en Mozambique. Siendo muy jovencita, apenas adolescente, fue entregada en matrimonio a un hombre mucho mayor que ella. Quedó embarazada y tuvo profundos problemas para llevar adelante la gestación y finalmente dar a luz. Su cuerpo de niña, un canal de parto excesivamente estrecho y la falta de ayuda obstétrica, impidieron el nacimiento.
El parto se prolonga por días, por un canal de parto demasiado estrecho. El bebé muere, se producen todo tipo de desgarros y daños, de tal manera que, si la madre sobrevive, pierde el control de los esfínteres. Aunque tenga una higiene extrema, la acompaña siempre un fuerte hedor por lo que es rechazada y considerada como una apestada, no sólo por su esposo, que normalmente la abandona, pero con frecuencia por toda la comunidad. Muchos de estos casos terminan en suicidio.
Conocimos a Lidia en Mihecane, poco después de haber sufrido una fístula obstétrica. La mujer, normalmente, queda imposibilitada para tener hijos pero sorprendentemente, después del aborto sufrido, Lidia tuvo dos hijas más. Fueron el resultado de intercambios furtivos de sexo por migajas de aceptación, en un contexto de profundo rechazo comunitario.
Tiempo después conseguimos trasladar a Lidia a Maputo, donde fue intervenida por uno de los cirujanos más prestigiosos del mundo en fístula obstétrica: Igor Ivaz. La intervención fue un éxito. Volvió a Mihecane curada, en medio del alborozo de toda la comunidad.
Una ayuda asistencial que a veces es insuficiente
Tres años después Lidia sacó a su hija Cecilia de nuestra escuela Dignidade y la entregó en matrimonio a un hombre mucho mayor que ella, que ya tenía otra esposa, a cambio de una dote miserable. Se volvía a repetir la misma historia que ella tuvo de niña. Una historia que acabó hace unos años con Lidia falleciendo, seguramente de Sida.
Está claro que no hicimos lo suficiente. La ayuda asistencial no resuelve la profundidad del problema del pobre, del oprimido.La expresión de Paulo Freire de que el oprimido aloja en su interior al opresor, se muestra aquí en toda su crudeza.
La opresión llega a afectar los aspectos más profundos de la persona. La cultura, la educación no formal (y en muchos casos el currículo oculto de la educación formal) la incorpora a nuestro bagaje más íntimo. La creencia internalizada de Lidia en su inferioridad y dependencia de los hombres es una expresión brutal de la incorporación de creencias ajenas y opresoras, que son asumidas como propias y perpetúan la situación de opresión.
Esta liberación debe ser de dentro para afuera y acompañar a los pobres en este camino es un profundo desafío. “Si el Hijo os libera, seréis verdaderamente libres” (Juan 8.36)