Educarse para cambiar el futuro
Las personas más sencillas acostumbradas a su cotidiano sufrimiento y escasez, sobre todo en las zonas rurales y dentro de centros de desplazados por los ataques yihadistas, ya no tienen su esperanza puesta en los cambios políticos o en recibir una camiseta publicitaria del partido de turno o algún alimento. Las mujeres rurales, sobre todo, acostumbradas a llevar en una mano su azada para trabajar la tierra, en su cabeza un bidón de agua y en su espalda colgado con su capulana a su bebé más pequeño, están entendiendo que no se puede esperar ayudas externas, sino que ellas mismas pueden tomar decisiones para que cambie su futuro.
Mozambique se prepara para las elecciones presidenciales este mes de octubre
Se puede palpar el clima de incertidumbre pues debido a las campañas políticas por todo el país, todos están enfocados en la publicidad y los votos del pueblo y nada funciona hasta que pase el furor de las elecciones. Pero, hay un despertar en las mujeres que sufren, por eso se han volcado a la posibilidad de aprender a leer y escribir comenzando desde su lengua materna y seguir con el portugués para cambios genuinos en su futuro a través de esta herramienta que es la educación.
Muchas de ellas ya mayores, con manos encalladas de tanto trabajar, no habían tenido la oportunidad de asistir a una escuela en su infancia pues su realidad era cuidar a sus hermanos más pequeños, ayudar en la huerta familiar o servir a los mayores de la familia, pasando por abusos y violencia que ni imaginamos.
Así fueron los testimonios como el de Aissa Mário (ver video) que sólo este año ha tenido la posibilidad a través de su iglesia local de estudiar, que tiene la visión de contribuir a la erradicación del analfabetismo, le da la facilidad de ceder su local de reunión para que las alumnas estén cerca de su casa y sean beneficiadas de material didáctico necesario para asistir a clase. Aissa junto a sus vecinas con sus más de 40 años se esmera en la pizarra por escribir con la tiza por primera vez su nombre que aumenta su autoestima y le da satisfacción de aprender cosas nuevas.
Poco a poco, sabrá leer lo que venden en el mercado central de la aldea, lo que dice la receta del puesto de salud, leer la Biblia… Conocerá el maravilloso mundo de las letras que sus hijos traen en sus cuadernos de la escuela.
El lema de Dignidad desde sus inicios en la educación es enseñarles a pescar, para evitar la dependencia indefinida de ayudas externas. Estas personas ya no esperan del gobierno de turno…ellas mismas cambian su futuro. Es lo que hemos aprendido tras más de 3 décadas trabajando en programas de alfabetización y formación. Según los datos registrados, 12.000 adultos (7.408 mujeres) han sido alfabetizados en 15 años en 4 provincias, en diferentes distritos, en la mayoría zonas rurales en portugués y actualmente en lenguas maternas, en los programas de Dignidad en Mozambique.